Esta noche de Jueves Santo,
las iglesias y capillas de Camaná se convirtieron en escenarios de fe viva y profunda contemplación. Los monumentos al Santísimo Sacramento, preparados con esmero por cada comunidad, no solo reflejaron la creatividad de sus fieles,
sino también el deseo sincero de acompañar espiritualmente a Jesús en el inicio de su Pasión.
Uno de los momentos más emotivos se vivió en la Capilla de El Cardo, cuya ambientación en blanco, acompañada de flores del mismo color, transmitía una sensación
de paz y recogimiento. La capilla permaneció abierta hasta las 10 de la noche, y durante ese tiempo
fueron muchas las familias que llegaron a visitar al Santísimo. Este hecho, poco común en años anteriores, sorprendió a los encargados por la notable asistencia, signo claro del resurgir del fervor popular.
En la Parroquia La Inmaculada, el altar destacó con un fondo guinda y flores primaverales, logrando una atmósfera cálida y acogedora. San Jacinto ofreció un diseño solemne con fondo rojo y detalles dorados a los lados; en el centro, la custodia acompañada de cirios encendidos invitaba a la adoración silenciosa. En San José de Camaná, el monumento se presentó con telas blancas y una iluminación tenue, en una línea clásica que sigue hablando al corazón de los fieles. Por su parte, San Miguel Arcángel presentó una composición singular: tiras blancas y doradas descendían desde el techo y se unían en lo alto en torno a una paloma blanca, símbolo del Espíritu Santo. En el centro, el cuerpo de Cristo reposaba en el tradicional pelícano plateado, imagen que representa su sacrificio por amor.
Cada templo ofreció una experiencia única, pero todos coincidieron en una misma dirección: crear espacios de oración, belleza y encuentro con el misterio pascual. La acogida de los fieles fue notable en toda la ciudad, y las visitas al Santísimo se prolongaron durante la noche en varios sectores.
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