jueves, 18 de enero de 2018

Poca asistencia a la misa del papa Francisco en Iquique


Pese a que los organizadores esperaban la asistencia de unas 300 mil personas, se calcula que solo 90 mil escucharon la misa del Papa en la playa Lobito


El papa Francisco ofició su tercera misa en Playa Lobito, cerca de Iquique (norte), última etapa de su visita a Chile, con el foco en la inmigración, antes de proseguir su viaje a Perú.

La misa estuvo marcada por la poca asistencia de fieles, pues el lugar se había preparado para recibir a unas 300.000 personas, pero la televisión chilena calcula que llegaron unas 90.000, tal como lo demuestran las imágenes aéreas de la zona.

Por su ubicación, en el norte del país a 1.800 km de Santiago, Iquique ha sido foco de inmigración en los últimos años. Se estima que una de cada diez personas que viven en la ciudad es inmigrante.

Chile se ha transformado en un país receptor de migrantes, principalmente por su frontera norte, por donde se registra un intenso ingreso irregular de extranjeros principalmente de Colombia, Haití, República Dominicana y Ecuador.

Más de medio millón de extranjeros viven actualmente en Chile en situación legal, según datos oficiales, un 3% de la población de 17,5 millones. Pero según datos recientes de la prensa, sólo el año pasado llegaron cerca de 105.000 haitianos y más de 100.000 venezolanos al país.

Luego de las manifestaciones contrarias a su visita y ataques a iglesias que se han registrado a lo largo de sus etapas previas en Santiago y en Temuco (sur), se previó que la etapa de Iquique sea más tranquila.

El recibimiento en Chile

A diferencia de otros países visitados en la región en sus cinco viajes previos, el de Chile no ha sido fácil. Se ha encontrado con el país más hostil a la Iglesia Católica de Latinoamérica, con una secularización galopante donde los abusos sexuales del clero a menores han hecho estragos para su imagen.

En su encuentro con las autoridades del país, el martes, el pontífice confesó su "dolor y vergüenza" por los abusos perpetrados por curas depredadores.

Ante religiosos del país, también abordó este tema y les instó a "tener la valentía de pedir perdón", consciente del tremendo daño que se ha causado a la Iglesia.

"Sé que a veces han sufrido insultos en el metro o caminando por la calle; que ir vestido de cura en muchos lados se está pagando caro"
, dijo el papa, que en contra de lo previsto, se reunió con víctimas de los abusos.

Preocupado también por los pueblos originarios, en Temuco, capital de La Araucanía, el papa mandó un mensaje tanto al gobierno como a los grupos que han buscan la lucha violenta.

"No se puede pedir reconocimiento aniquilando al otro, porque esto lo único que despierta es mayor violencia y división" y "más que impulsar los procesos de unidad y reconciliación, terminan amenazándolos", recordó el pontífice en esta conflictiva región del sur de Chile.