CARRUSEL

viernes, 3 de noviembre de 2017

Oraci贸n a San Mart铆n de Porres

Querido San Mart铆n de Porres. Luz de los humildes, santo de inmensa fe, a ti que Dios concedi贸 hacer prodigios inimaginables, hoy acudo a ti en esta necesidad y pena que me agobia.

S茅 mi protector y mi m茅dico, mi intercesor y mi maestro en el camino de amor a Cristo.

T煤 que por amor a Dios y a tus hermanos, siempre fuiste incansable en socorrer a los necesitados, tanto que se sabe que Dios te concedi贸 el poder de estar a la vez en distintos lugares, escucha a quienes admiramos tus virtudes, por amor a Cristo.

Conf铆o en tu poderosa uni贸n a Dios para que, intercediendo ante el Se帽or, que ante las almas puras como t煤 es toda bondad, me sean perdonados mis pecados y me vea libre de males y desgracias.

Alc谩nzame tu esp铆ritu de caridad y servicio para que amorosamente te sirva entregado a mis hermanos y a hacer el bien. Qu茅 descubra como t煤, c贸mo, haciendo el bien a los otros, se alivian mis propias penas.

Que tu humilde ejemplo de tenerte a ti mismo, siempre en 煤litmo lugar, sea para m铆 una luz para que nunca olvide ser humilde.

Qu茅 el recuerdo de tu gran fe, aquella capaz de sanar, resucitar, y hacer tantos prodigios, sea para m铆 en momentos de duda, una gracia sostenida que llene mi coraz贸n del fuego del Amor incondicional a Cristo.

Padre celestial, por los m茅ritos de tu fiel siervo San Mart铆n, ay煤dame en mis problemas y no permitas que quede confundida mi esperanza.

Se帽or Nuestro Jesucristo, que dijiste “pedid y recibir茅is”, humildemente te suplico que, por la intercesi贸n de San Mart铆n de Porres, escuches este ruego.

Te pido desde al amor, me concedas la gracia que te pido si es para bien de mi alma. Te lo pido por Jesucristo, nuestro Se帽or.

Am茅n.

Biograf铆a de San Mart铆n de PorresEl santo mulato naci贸 en Lima en 1579 de padre espa帽ol y madre paname帽a. De caballero y mulata naci贸 el santo. Tard贸 su padre en reconocerlo pero al final asinti贸, teniendo de todas formas que partir dejando al peque帽o al cuidado de su madre. Son misteriosos los caminos del Se帽or: no fue sino un santo quien lo confirm贸 en la fe de sus padres. Fue Santo Toribio Mogrovejo, segundo arzobispo de Lima y actual patrono del Episcopado Latinoamericano, quien hizo descender el Esp铆ritu sobre su moreno coraz贸n, coraz贸n que el Se帽or fue haciendo manso y humilde como el de su Madre. Mart铆n aprendi贸 el oficio de barbero y tambi茅n algo de medicina. El muchacho era inteligente, y fue tal su amor por los hermanos que no tard贸 en aprender para poderlos servir mejor. Desde ni帽o sent铆a predilecci贸n por los enfermos y los pobres en quienes reconoc铆a sin duda el rostro sufriente de su Se帽or. A los quince a帽os la gracia recibida y el ardor por vivir m谩s cerca de Dios en servicio completo a sus hermanos humanos lo impuls贸 a pedir ser admitido como donado en el convento de los dominicos que hab铆a en Lima.

Pronto la virtud del moreno dej贸 de ser un secreto. Su servicio como enfermero se extend铆a desde sus hermanos dominicos hasta las personas m谩s abandonadas que pod铆a encontrar en la calle. Su humildad fue probada en el dolor de la injuria, incluso de parte de algunos religiosos dominicos. Incomprensi贸n y envidias: camino de contradicciones que fue asemejando al mulato a su Reconciliador. En 1603 le fue concedida la profesi贸n religiosa y pronunci贸 los votos de pobreza, obediencia y castidad. Hombre de gran caridad, un铆a a su incesante oraci贸n las penitencias m谩s duras. Era mucho el amor, eran poco el sue帽o y la comida, lo sosten铆a la oraci贸n, la infinita misericordia de Dios. Es muy probable que haya conocido a Santa Rosa de Lima. El Se帽or tiene sus caminos, y los tuvo de dolor y alegr铆a para nuestro mulato. As铆 nos ama el Se帽or, como a su Madre.

La virtud del santo, su intensa vida espiritual, sosten铆an su entrega, pero sin duda alguna, aquello que m谩s recuerda el pueblo de Lima son sus numerosos milagros. A veces se trataba de curaciones instant谩neas, en otras bastaba tan s贸lo su presencia para que el enfermo desahuciado iniciara un sorprendente y firme proceso de recuperaci贸n. 

Muchos lo vieron entrar y salir de recintos estando las puertas cerradas. Otros lo vieron en dos lugares distintos a un mismo tiempo. Todos, grandes se帽ores y hombres sencillos, no tardaban en recurrir al socorro del santo mulato: “yo te curo, Dios te sana” dec铆a Mart铆n con grande conciencia del inmenso amor del Se帽or que ha gustado siempre de tocar el coraz贸n de los hombres con manos humanas.

Enfermero y hortelano herbolario, Fray Mart铆n cultivaba las plantas medicinales que aliviaban a sus enfermos. Su amor humilde y generoso lo abarcaba todo: su amabilidad con los animales era fruto de su inmenso amor por el Creador de todas las cosas. El pueblo de Lima venera hoy su dulce y sencilla imagen, con su escoba en la mano dando de comer, de un mismo plato, a perro, rat贸n y gato.

Tras una vida de honda respuesta a la gracia de Dios, de intensa y perseverante entrega vividas al calor de la caridad y el sacrificio, ya a los sesenta a帽os de edad, Fray Mart铆n cay贸 enfermo y supo de inmediato que hab铆a llegado la hora de encontrarse con el Se帽or.

El pueblo se conmovi贸, y mientras en la calle toda Lima lloraba, el mismo virrey fue a verlo a su lecho de muerte para besar la mano de quien dec铆a de s铆 mismo ser un perro mulato, tal era la veneraci贸n que todos le ten铆an. Poco despu茅s, mientras se le rezaba el credo, besando el crucifijo con profunda alegr铆a, el santo parti贸. Pero esta partida no lo alej贸 de su pueblo quien esperanzado le reza a diario aguardando su tierna intercesi贸n y agradeciendo sus milagros. Fray Mart铆n de Porres, el mulato “santo de la escoba” fue canonizado el 6 de mayo de 1962 por el Papa Juan XXIII.