CARRUSEL

mi茅rcoles, 22 de junio de 2016

Jornada Vocacional 2016


INVITACI脫N:

El Seminario mayor Nuestra Se帽ora de Quilca, una vez mas, te hace la Invitaci贸n para el pr贸ximo Encuentro de J贸venes, que se realizaran los d铆as 24,25 y 26 de Junio.

Si deseas consultar alguna informaci贸n, puedes comunicarte con ellos a trav茅s de sus Redes sociales (FACEBOOK) o su numero de Tel茅fono: (054) 572420.


V脥DEO DE REFERENCIA: 




¿Que es la Jornada Vocacional?

Son un d铆a completo de trabajo en los que pretendemos acercarnos a los adolescentes para compartir con ellos la alegr铆a de nuestra vocaci贸n, de hacer llamados por el due帽o de la mies. Queremos desterrar de sus mentes la idea de que “ser elegido por Dios” es feo, aburrido o triste. Es un gran reto poder hacerles llegar las Palabras de Jesucristo dado el ambiente en el que actualmente est谩n creciendo: infidelidad de los esposos, falta de compromiso de los adultos, pobreza extendida y en todos los sentidos, crisis de valores y de credibilidad en las instituciones (y entre ellas la Iglesia). Hoy m谩s que nunca queremos encontrarnos con ellos para mostrarles que el mundo -y esta vida- tienen raz贸n de ser y que son el ingrediente que se necesita para que nuestro mundo sea un lugar abierto a todos y lleno de solidaridad.

¿En qu茅 consiste?

Consiste, aunque no principalmente, en charlar sobre el estado actual del mundo las causas de sus problemas y plantear algunas soluciones. Mediante el juego, el estudio y la oraci贸n queremos que los Adolescentes adquieran el sentido de la comuni贸n y la corresponsabilidad. Queremos hacerles part铆cipes en la construcci贸n de un Nuevo Mundo. Jugamos porque la Vida es para nosotros un gran motivo de alegr铆a. Y S贸lo desde la alegr铆a es posible sugerir cambios e ideas. El cambio no lo van a hacer los deprimidos, ni los angustiados, ni los pesimistas. Y la Alegr铆a es sobretodo Esperanza y Optimismo. Estudiamos para que la respuesta a Jesucristo y si proyecto sea bien pensada y bien querida. Queremos adolescentes que no s贸lo asientan con la cabeza. Oramos porque, en el camino hacia el cambio, notamos que somos irresolutos, torpes y testarudos. Necesitamos de la ayuda divina.

Introducci贸n

El coraz贸n amoroso de Dios se ve exquisitamente reflejado en las par谩bolas de la misericordia que san Lucas presenta en el cap铆tulo 15 de su Evangelio, pero hay una, en especial, que nos aproxima a ese Padre que generosamente derrocha su amor para con sus hijos. Conocida popularmente como “El hijo pr贸digo” (Lc 15, 11-32), esta par谩bola ha sido ampliamente meditada por grandes maestros de la espiritualidad, as铆, esta propuesta de jornada vocacional, se apoya en estas reflexiones, queriendo encontrar en ellas, tambi茅n, los rasgos vocacionales a los que Dios nos llama.
En la riqueza de nuestras individualidades, el Padre nos llama, primero, a ser personas, hechas a su imagen y semejanza (Gn 1,26). Por encima de la creaci贸n est谩 el hombre, obra m谩xima del Creador, en las manos de 茅ste, el Se帽or ha confiado, incluso, la creaci贸n entera (Salmo 8,7). Dios no nos ha hecho en serie, ni nos ha clonado, ha puesto la riqueza de diversos dones y cualidades en cada uno de nosotros para ser compartidos en la comunidad. 

Este llamado a ser personas, hombres y mujeres, implica asumir las capacidades de pensar, gracias al don de la inteligencia; de querer y disponerse siempre al bien, gracias a la voluntad; de decidir, siempre lo mejor, pues ha sido dotado de libertad, y sobre todo, de dar, y darse, gracias al amor, as铆 lleva a cabo la raz贸n de su existencia porque “el amor ha sido porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Esp铆ritu Santo que nos fue dado” (Rm 5,5).

Despu茅s nos hace el llamado a la dignidad m谩s grande a la que el hombre puede aspirar: a ser sus hijos. El bautismo es este gran acontecimiento en donde el hombre es colocado en la “casa paterna”, es all铆, viviendo en su seno, compartiendo los gozos y las fatigas con la familia humana, en donde se descubre miembro de una comunidad llamada Iglesia. All铆, como si hubiera sido injertado en un gran 谩rbol de vida (Jn 15, 5), la savia vital de su gracia, le permitir谩 responder a esta dimensi贸n vocacional, la de ser hijo.

San Agust铆n, en el bien conocido texto de sus confesiones, reflexiona: “Nos hiciste, Se帽or, para Ti, y nuestro coraz贸n est谩 inquieto, hasta que descanse en Ti” (Conf. 1, 1,1). Y es que s贸lo en el Creador el hombre puede encontrar la raz贸n definitiva de su existencia, s贸lo mirando al cielo, y al Se帽or, el hombre puede ubicar la grandeza de su origen y lo grandioso de su destino. 脡sta es la gran llamada, la verdadera vocaci贸n, la primera y la 煤ltima, la definitiva, llamados a ser, como dir谩 san Pedro “linaje escogido, sacerdocio real, naci贸n santa, pueblo adquirido para posesi贸n de Dios, destinado a anunciar las alabanzas de Aquel que os ha llamado de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pe 2,9).

La historia que leemos en la per铆copa narra la realidad de un joven que se sabe hijo, y aunque en la casa del Padre ten铆a todo, le apuesta a vivir fuera de ella, deja a un lado al Padre que le estorba y le apuesta a un proyecto falaz que termina cuando lo ha dilapidado todo. El muchacho renuncia a lo que es, y se pierde; elige vivir en la individualidad del ego铆smo, antes que abrirse a la riqueza de compartir lo que es y lo que tiene en la familia paterna. 

Ego铆smo, individualismo, rechazo a la alteridad, abandono de la Iglesia, incluso rechazo a la misma familia nuclear, a sus costumbres y tradiciones, son conceptos que hoy d铆a merecen la atenci贸n urgente de la Iglesia.

Es hoy el momento de volver a llamar en el nombre de Dios, de recordarle al hombre lo grande de existencia, y su destino, de abrirle, de nueva cuenta, los brazos abiertos de la Iglesia en el nombre del Padre amoroso que siempre est谩 dispuesto a celebrar, con gozo, la llegada de sus hijos a su seno.

La presente Jornada Vocacional est谩 dividida en cuatro momentos o “bloques” que se pueden manejar de muy distintas formas. Proponemos desarrollarlos en un ambiente de interiorizaci贸n y reflexi贸n, propiciado y preparado a trav茅s de signos e indicaciones sencillas y claras. Por ejemplo, se puede elegir entre todos el lugar en el que se llevar谩 a cabo la experiencia. Y se le puede llamar a ese lugar, durante ese momento, “lugar sagrado”. Aunque se trate de un lugar habitual o como cualquier otro, se les explica que ese lugar es “sagrado” sencillamente porque es el lugar que eligieron para encontrarse con Dios. Pueden poner al centro de ese lugar todos sus paliacates extendidos, de tal forma que representen una especie de “altar primitivo” que simbolice la marca de su “lugar sagrado”, su lugar de encuentro con Dios. Y extendidos los paliacates como se帽al de apertura a Dios, a lo que tiene que decirnos. Al final cada uno recoger谩 su paliacate como recoger谩 los frutos de su reflexi贸n, y los llevar谩 consigo envueltos en su mente y su coraz贸n.

Catequesis vocacional. 

Quiz谩 algunos se pregunten qu茅 tiene que ver la realidad del hijo menor con el llamado vocacional. Todo. Si decimos que la vocaci贸n es un don de Dios, necesariamente tendr谩 que ver con el don primero y fundamental que hemos recibido de 脡l a trav茅s de nuestros padres: la vida. 

En efecto, ninguno de nosotros ha creado su vida. Fueron nuestros padres quienes tomaron la decisi贸n de engendrarnos. El dato m谩s fundamental de nuestra existencia es que somos “regalos”. Aquello que hace que nuestra vida merezca la pena (nuestra familia, amigos, el amor, etc.) tambi茅n es un regalo, porque nos viene de fuera, no lo creamos ni lo provocamos nosotros. 

Pero si miramos con atenci贸n al solo hecho de vivir y al inmenso valor y perfecci贸n de esa vida, tendremos que reconocer que hemos sido gratuitamente amados. Detr谩s del regalo de la existencia se adivina una presencia amorosa, una predilecci贸n. Mi vida es tal que adquiero la seguridad de haber sido amado, por las personas que me rodean pero sobretodo por Dios autor de la vida. 

Si entendemos que nuestra vida es don y se funda en el amor, tambi茅n se comprende que somos seres llamados, convocados, con vocaci贸n. No hemos sido “regalados” al mundo para nada, sino para hacer algo importante. Si nuestra vida es don, solamente encontrar谩 sentido y plenitud d谩ndose. La vocaci贸n consiste precisamente en darse, en entregarse sin esperar nada a cambio. 

Ahora bien, hay muchas formas de darse. Pero, en este momento, lo importante es que nos hagamos conscientes de que el primer llamado que recibimos a vivir, a ser personas, tiene un contenido fundamental que consiste en aprender a amar, y consecuentemente servir y entregarse a los hermanos. Se entiende as铆 que afirmemos que todo el mundo no s贸lo tiene vocaci贸n, sino que tambi茅n es capaz de vivir vocacionalmente, aunque no lo sepa. 

Estamos llamados, por tanto, a ser personas en plenitud. El camino para responder a esta llamada consiste en entregarse a los dem谩s. Cualquier vocaci贸n tiene como fundamento e identidad el servicio. Esta noticia nos advierte que no se puede seguir a Cristo, cualquiera que sea nuestra vocaci贸n concreta, sin preocuparnos por ser personas aut茅nticas y maduras. Seguramente que en nuestra vida descubrimos fallas, incoherencias entre lo que pensamos y lo que hacemos, deficiencias, etc. Para vivir vocacionalmente hay que propon茅rselo y determinarse a hacerlo con muchas ganas, poniendo lo mejor de nosotros mismos en semejante empe帽o. As铆, reconociendo nuestro ser-persona podremos aceptar a los dem谩s con sus diferencias de tal forma que podemos complementarnos con los dones que Dios ha puesto en cada uno de los miembros de nuestra comunidad (familia, escuela, trabajo, oficina, etc.). 

Se trata de formular compromisos sencillos que te conduzcan hacia la consecuci贸n de objetivos que te marcas tratando de responder a la voluntad de Dios para tu vida. La dimensi贸n humana es la base sobre la que se asienta todo el proyecto de la persona, y tiene mucho que ver con este llamado a la vida que Dios nos hace. Si no somos personas maduras, que desarrollan todas sus capacidades y cualidades, dif铆cilmente podemos responder al llamado de Dios.

 Seminario Mayor NSDQ

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