"Ego Petrus Claver, etiopum semper servus (Yo Pedro Claver, de los negros esclavo para siempre)”, escribió una vez San Pedro Claver, quien como misionero en Cartagena (Colombia) se convirtió en protector de la población negra y de la servidumbre.
Pedro nació en Verdú (España) un 26 de junio de 1580. A sus 19 años ingresó a la Compañía de Jesús. Más adelante es enviado como misionero a Nueva Granada y ordenado sacerdote en Cartagena en 1616.
En las misiones se opuso las injusticias de la esclavitud institucionalizada, en la que se vendía esclavos para todo tipo de trabajo forzado.
Mientras los esclavos se encontraban retenidos para ser comprados, Claver los instruía y bautizaba. Lo que le causó más de un problema. Llegó a ser incomprendido por la gente del pueblo y en algún momento hasta por sus superiores.
Sin embargo el Santo continuaba con su obra, convirtiéndose en un gran profeta del amor evangélico que no tiene fronteras, ni color. Partió a la Casa del Padre el 9 de septiembre de 1654 en el territorio de la actual Colombia.
San Juan Pablo II, quien visitó la tumba de este Santo en Cartagena en 1986 dijo que “hoy, como en el siglo XVII en que vivió Pedro Claver, la ambición del dinero se enseñorea del corazón de muchas personas y las convierte, mediante el comercio de la droga, en traficantes de la libertad de sus hermanos a quienes esclavizan con una esclavitud más temible, a veces, que la de los esclavos negros…”
“Como hombres libres a quienes Cristo ha llamado a vivir en libertad debemos luchar decididamente contra esa nueva forma de esclavitud que a tantos subyuga en tantas partes del mundo, especialmente entre la juventud, a la que es necesario prevenir a toda costa, y ayudar a las víctimas de la droga a liberarse de ella”, enfatizó.
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