Somos herederos de tradiciones diversas. Por el lugar donde hemos nacido, por la familia, por lo que nos han contado. Enriquecemos y alimentamos nuestra memoria, nuestro corazón, a veces sin darnos cuenta, hasta que llega el momento y aflora, como una necesidad extrema de volver.
La Virgen de la Candelaria, hermosa, delicada, milagrosa, vive en el Santuario de Quilca, a 37 kilómetros de la ciudad de Camaná, en la región Arequipa. Su vida de leyenda y milagros ha inspirado una peregrinación, entre cerros y arena, a orillas del mar, la que cada 31 de enero repiten las gentes, mayores y jóvenes, para alcanzar el manto de la patrona y quedarse debajo contándole el por qué han venido.
Se celebra con misas, juegos artificiales, degustación de platos típicos, congregando un promedio de 4000, personas venidas de varios lugares del país y es organizado por los mayordomos en coordinación con la Municipalidad Distrital de Quilca.
Para los devotos de la "Mamita" de la Candelaria, ella determina la llegada. Si hay fe, nada impedirá que el peregrino aparezca por la caleta y ascienda la última cuesta. Nada impedirá que cumpla el ritual: ubicarse en una larga cola y esperar turno para subir al altar mayor. Trae una vela, la que deberá encender en nombre de la abuela y la hermana, de la mamá o el tío que está enfermo. Nada impedirá que mire el rostro de la Santísima, ahora más feliz, pues carga a su hijo con la mano izquierda, al pequeño que hizo también el recorrido de horas para encontrarse con ella.
Como todos los años miles de personas renuevan su fe y esperanza con la milagrosa Virgen de la Candelaria yendo a visitarla en Peregrinación y cumpliendo promesas hechas hace 12 meses. Como es costumbre, la imagen de la mamita milagrosa espera en su capilla allá en Quilca, y el niño Jesús va a su encuentro. Muchos salen el 31 en caminata de largas horas con el único objetivo de llegar a tocar su manto, escuchar una misa y recibir la bendición.
Existen quienes van caminando, otras deciden ir carros, en fin, el objetivo es el mismo, recibir la bendición de la Virgen de la Candelaria. Muchos se toman un cuantas horas, otros sufren un poco más, "tienes que pagar tus pecados". suelen decir.
En ésta peregrinación de devoción, está envuelta con algo de aventura y adrenalina, y es quizás una de las cosas que atraen a los más jóvenes quienes toman como un gran reto el poder llegar a tocar el manto de la "mamita" milagrosa.
El camino de la devoción y fe en Quilca, son rutas recorridas a pie de varios kilómetros y sacrificados, estrechos, calurosos, empinados cerros que colindan con el mar. Caminar horas o días, bajo el sol, tentando al cansancio, es una forma de asegurar el milagro o agradecer el que ya se ha recibido. Esos senderos se renuevan cada año con la energía que traen los peregrinos. Quilca se convierte en la Meca de muchos católicos que prometen volver el próximo año, a cambio le ruegan a la Virgen un milagrito.
Fuente: Cuántos camanejos hay en Facebook?
No hay comentarios:
Publicar un comentario