San Ignacio naci贸 en 1491 en el castillo de Loyola, en Guip煤zcoa, norte de Espa帽a, cerca de los montes Pirineos que est谩n en el l铆mite con Francia. Su padre Bertr谩n De Loyola y su madre Marina S谩enz, de familias muy distinguidas, tuvieron once hijos: ocho varones y tres mujeres. El m谩s joven de todos fue Ignacio. El nombre que le pusieron en el bautismo fue I帽igo. Fund贸 la Compa帽铆a de Jes煤s. Envi贸 a sus compa帽eros como misioneros por Europa para crear escuelas, universidades y seminarios donde estudiar铆an los futuros miembros de la orden, as铆 como los dirigentes europeos.En 1548, sus Ejercicios espirituales fueron finalmente impresos.Los jesuitas jugaron un papel clave en el 茅xito de la Contrarreforma.
Carrera militar
Entr贸 a la carrera militar, pero en 1521, a la edad de 30 a帽os, siendo ya capit谩n, fue gravemente herido mientras defend铆a el Castillo de Pamplona. Al ser herido su jefe, la guarnici贸n del castillo capitul贸 ante el ej茅rcito franc茅s. Los vencedores lo enviaron a su Castillo de Loyola a que fuera tratado de su herida. Le hicieron tres operaciones en la rodilla, doloros铆simas, y sin anestesia; pero no permiti贸 que lo atasen ni que nadie lo sostuviera. Durante las operaciones no prorrumpi贸 ni una queja. Los m茅dicos se admiraban. Para que la pierna operada no le quedara m谩s corta le amarraron unas pesas al pie y as铆 estuvo por semanas con el pie en alto, soportando semejante peso. Sin embargo qued贸 cojo para toda la vida.
A pesar de esto Ignacio tuvo durante toda su vida un modo muy elegante y fino para tratar a toda clase de personas. Lo hab铆a aprendido en la Corte en su ni帽ez.
Mientras estaba en convalecencia pidi贸 que le llevaran novelas de caballer铆a, llenas de narraciones inventadas e imaginarias. Pero su hermana le dijo que no ten铆a m谩s libros que "La vida de Cristo" y el "A帽o Cristiano", o sea la historia del santo de cada d铆a.
Y le sucedi贸 un caso muy especial. Antes, mientras le铆a novelas y narraciones inventadas, en el momento sent铆a satisfacci贸n pero despu茅s quedaba con un sentimiento horrible de tristeza y frustraci贸n . En cambio ahora al leer la vida de Cristo y las Vidas de los santos sent铆a una alegr铆a inmensa que le duraba por d铆as y d铆as. Esto lo fue impresionando profundamente.
Y mientras le铆a las historias de los grandes santos pensaba: "¿Y por qu茅 no tratar de imitarlos? Si ellos pudieron llegar a ese grado de espiritualidad, ¿por qu茅 no lo voy a lograr yo? ¿Por qu茅 no tratar de ser como San Francisco, Santo Domingo, etc.? Estos hombres estaban hechos del mismo barro que yo. ¿Por qu茅 no esforzarme por llegar al grado que ellos alcanzaron?". Y despu茅s se iba a cumplir en 茅l aquello que dec铆a Jes煤s: "Dichosos los que tienen un gran deseo de ser santos, porque su deseo se cumplir谩" (Mt. 5,6), y aquella sentencia de los psic贸logos: "Cuidado con lo que deseas, porque lo conseguir谩s".
Su conversi贸n
Mientras se propon铆a seriamente convertirse, una noche se le apareci贸 Nuestra Se帽ora con su Hijo Sant铆simo. La visi贸n lo consol贸 inmensamente. Desde entonces se propuso no dedicarse a servir a gobernantes de la tierra sino al Rey del cielo.
Apenas termin贸 su convalecencia se fue en peregrinaci贸n al famoso Santuario de la Virgen de Monserrat. All铆 tom贸 el serio prop贸sito de dedicarse a hacer penitencia por sus pecados. Cambi贸 sus lujosos vestidos por los de un pordiosero, se consagr贸 a la Virgen Sant铆sima e hizo confesi贸n general de toda su vida.
Y se fue a un pueblecito llamado Manresa, a 15 kil贸metros de Monserrat a orar y hacer penitencia, all铆 estuvo un a帽o. Cerca de Manresa hab铆a una cueva y en ella se encerraba a dedicarse a la oraci贸n y a la meditaci贸n. All谩 se le ocurri贸 la idea de los Ejercicios Espirituales, que tanto bien iban a hacer a la humanidad.
Despu茅s de unos d铆as en los cuales sent铆a mucho gozo y consuelo en la oraci贸n, empez贸 a sentir aburrimiento y cansancio por todo lo que fuera espiritual. A esta crisis de desgano la llaman los sabios "la noche oscura del alma". Es un estado dificultoso que cada uno tiene que pasar para que se convenza de que los consuelos que siente en la oraci贸n no se los merece, sino que son un regalo gratuito de Dios. Luego le lleg贸 otra enfermedad espiritual muy fastidiosa: los escr煤pulos. O sea el imaginarse que todo es pecado. Esto casi lo lleva a la desesperaci贸n.
Pero iba anotando lo que le suced铆a y lo que sent铆a y estos datos le proporcionaron despu茅s mucha habilidad para poder dirigir espiritualmente a otros convertidos y seg煤n sus propias experiencias poderles ense帽ar el camino de la santidad. All铆 orando en Manresa adquiri贸 lo que se llama "Discreci贸n de esp铆ritus", que consiste en saber determinar qu茅 es lo que le sucede a cada alma y cu谩les son los consejos que m谩s necesita, y saber distinguir lo bueno de lo malo. A un amigo suyo le dec铆a despu茅s: "En una hora de oraci贸n en Manresa aprend铆 m谩s a dirigir almas, que todo lo que hubiera podido aprender asistiendo a universidades".
En 1523 se fue en peregrinaci贸n a Jerusal茅n, pidiendo limosna por el camino. Todav铆a era muy impulsivo y un d铆a casi ataca a espada a uno que hablaba mal de la religi贸n. Por eso le aconsejaron que no se quedara en Tierra Santa donde hab铆a muchos enemigos del catolicismo. Despu茅s fue adquiriendo gran bondad y paciencia.
Sus estudios
A los 33 a帽os empez贸 como estudiante de colegio en Barcelona, Espa帽a. Sus compa帽eros de estudio eran mucho m谩s j贸venes que 茅l y se burlaban mucho. El toleraba todo con admirable paciencia. De todo lo que estudiaba tomaba pretexto para elevar su alma a Dios y adorarlo.
Despu茅s pas贸 a la Universidad de Alcal谩. Vest铆a muy pobremente y viv铆a de limosna. Reun铆a ni帽os para ense帽arles religi贸n; hac铆a reuniones de gente sencilla para tratar temas de espiritualidad, y convert铆a pecadores habl谩ndoles amablemente de lo importante que es salvar el alma.
San Ignacio de Loyola fue acusado injustamente ante la autoridad religiosa y estuvo dos meses en la c谩rcel. Despu茅s lo declararon inocente, pero hab铆a gente que lo persegu铆a. El consideraba todos estos sufrimientos como un medio que Dios le proporcionaba para que fuera pagando sus pecados. Y exclamaba: "No hay en la ciudad tantas c谩rceles ni tantos tormentos como los que yo deseo sufrir por amor a Jesucristo".
Se fue a Paris a estudiar en su famosa Universidad de La Sorbona. All谩 form贸 un grupo con seis compa帽eros que se han hecho famosos porque con ellos fund贸 la Compa帽铆a de Jes煤s. Ellos son: Pedro Fabro, Francisco Javier, La铆nez, Salner贸n, Sim贸n Rodr铆guez y Nicol谩s Bobadilla. Recibieron doctorado en aquella universidad y daban muy buen ejemplo a todos.
Los siete hicieron votos o juramentos de ser puros, obedientes y pobres, el d铆a 15 de Agosto de 1534, fiesta de la Asunci贸n de Mar铆a. Se comprometieron a estar siempre a las 贸rdenes del Sumo Pont铆fice para que 茅l los emplease en lo que mejor le pareciera para la gloria de Dios.
Se fueron a Roma y el Papa Pablo III les recibi贸 muy bien y les dio permiso de ser ordenados sacerdotes. Ignacio, que se hab铆a cambiado por ese nombre su nombre antiguo de 脥帽igo, esper贸 un a帽o desde el d铆a de su ordenaci贸n hasta el d铆a de la celebraci贸n de su primera misa, para prepararse lo mejor posible a celebrarla con todo fervor.
San Ignacio se dedic贸 en Roma a predicar Ejercicios Espirituales y a catequizar al pueblo. Sus compa帽eros se dedicaron a dictar clases en universidades y colegios y a dar conferencias espirituales a toda clase de personas. Se propusieron como principal oficio ense帽ar la religi贸n a la gente.
Compa帽铆a de Jes煤s
En 1540 el Papa Pablo III aprob贸 su comunidad llamada "Compa帽铆a de Jes煤s" o "Jesuitas". El Superior General de la nueva comunidad fue San Ignacio hasta su muerte.
En Roma pas贸 todo el resto de su vida.
Era tanto el deseo que ten铆a de salvar almas que exclamaba: "Estar铆a dispuesto a perder todo lo que tengo, y hasta que se acabara mi comunidad, con tal de salvar el alma de un pecador".
Fund贸 casas de su congregaci贸n en Espa帽a y Portugal. Envi贸 a San Francisco Javier a evangelizar el Asia. De los jesuitas que envi贸 a Inglaterra, 22 murieron martirizados por los protestantes. Sus dos grandes amigos La铆nez y Salmer贸n fueron famosos sabios que dirigieron el Concilio de Trento. A San Pedro Canisio lo envi贸 a Alemania y este santo lleg贸 a ser el m谩s c茅lebre catequista de aqu茅l pa铆s. Recibi贸 como religioso jesuita a San Francisco de Borja que era rico pol铆tico, gobernador, en Espa帽a. San Ignacio escribi贸 m谩s de 6 mil cartas dando consejos espirituales.
El Colegio que San Ignacio fund贸 en Roma lleg贸 a ser modelo en el cual se inspiraron much铆simos colegios m谩s y ahora se ha convertido en la c茅lebre Universidad Gregoriana. Los jesuitas fundados por San Ignacio llegaron a ser los m谩s sabios adversarios de los protestantes y combatieron y detuvieron en todas partes al protestantismo. Les recomendaba que tuvieran mansedumbre y gran respeto hacia el adversario pero que se presentaran muy instruidos para combatirlos. El deseaba que el ap贸stol cat贸lico fuera muy instruido.
El libro m谩s famoso de San Ignacio se titula: "Ejercicios Espirituales" y es lo mejor que se ha escrito acerca de c贸mo hacer bien los santos ejercicios. En todo el mundo es le铆do y practicado este maravilloso libro. Dur贸 15 a帽os escribi茅ndolo.
Su lema era: "Todo para mayor gloria de Dios". Y a ello dirig铆a todas sus acciones, palabras y pensamientos: A que Dios fuera m谩s conocido, m谩s amado y mejor obedecido.
En los 15 a帽os que San Ignacio dirigi贸 a la Compa帽铆a de Jes煤s, esta pas贸 de siete socios a m谩s de mil. A todos y cada uno trataba de formarlos muy bien espiritualmente.
Como casi cada a帽o se enfermaba y despu茅s volv铆a a obtener la curaci贸n, cuando le vino la 煤ltima enfermedad nadie se imagin贸 que se iba a morir, y muri贸 s煤bitamente el 31 de julio de 1556 a la edad de 65 a帽os.
En 1622 el Papa lo declar贸 Santo y despu茅s P铆o XI lo declar贸 Patrono de los Ejercicios Espirituales en todo el mundo. Su comunidad de Jesuitas es la m谩s numerosa en la Iglesia Cat贸lica.
Alma de Cristo
Alma de Cristo, santif铆came. Cuerpo de Cristo, s谩lvame. Sangre de Cristo, embri谩game. Agua del costado de Cristo, l谩vame. Pasi贸n de Cristo, conf贸rtame. ¡Oh, buen Jes煤s!, 贸yeme. Dentro de tus llagas, esc贸ndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del maligno enemigo, defi茅ndeme. En la hora de mi muerte, ll谩mame. Y m谩ndame ir a Ti. Para que con tus santos te alabe. Por los siglos de los siglos. Am茅n.
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