PADRE ANTONIO FIDALGO RECIBE T脥TULO DE HIJO PREDILECTO EN SU PUEBLO NATAL NERVA
En una ceremonia oficial realizada en el Parque Municipal de Sor Modesta, el Ayuntamiento de Nerva entreg贸 el t铆tulo de Hijo Predilecto al sacerdote Antonio Fidalgo Viejo, en reconocimiento a su labor en favor de los sectores m谩s vulnerables de la comunidad.
MINISTERIO DE CULTURA VISITAR脕 LA IGLESIA DE EL CARDO PARA EVALUACI脫N ARQUITECT脫NICA
Ma帽ana a las 9 a.m., personal del Ministerio de Cultura (MINCUL) visitar谩 la Iglesia de El Cardo, en el valle de Caman谩, con el prop贸sito de realizar una evaluaci贸n arquitect贸nica como parte de un proceso t茅cnico solicitado por la Municipalidad Provincial de Caman谩.
La Prelatura de Chuquibamba y toda la comunidad camaneja recuerdan con emoci贸n un hecho hist贸rico que hoy resplandece con nuevo significado: el actual Papa Le贸n XIV, elegido el pasado jueves 8 de mayo como el 267潞 Sucesor de Pedro, visit贸 nuestra ciudad hace casi una d茅cada.
Luego que el Se帽or Jes煤s se apareci贸 a sus disc铆pulos fue elevado al cielo. Este acontecimiento marca la transici贸n entre la gloria de Cristo resucitado y la de Cristo exaltado a la derecha del Padre. Marca tambi茅n la posibilidad de que la humanidad entre al Reino de Dios como tantas veces lo anunci贸 Jes煤s. De esta forma, la ascensi贸n del Se帽or se integra en el Misterio de la Encarnaci贸n, que es su momento conclusivo. La Ascensi贸n del Se帽or
(7潞 Domingo de Pascua -A-, 8-Mayo-2002)
El acontecimiento
Esta solemnidad ha sido trasladada al domingo 7潞 de Pascua desde su d铆a originario, el jueves de la 6潞 semana de Pascua, cuando se cumplen los cuarenta d铆as despu茅s de la resurrecci贸n, conforme al relato de san Lucas en su Evangelio y en los Hechos de los Ap贸stoles; pero sigue conservando el simbolismo de la cuarentena: como el Pueblo de Dios anduvo cuarenta d铆as en su 脡xodo del desierto hasta llegar a la tierra prometida, as铆 Jes煤s cumple su Exodo pascual en cuarenta d铆as de apariciones y ense帽anzas hasta ir al Padre. La Ascensi贸n es un momento m谩s del 煤nico misterio pascual de la muerte y resurrecci贸n de Jesucristo, y expresa sobre todo la dimensi贸n de exaltaci贸n y glorificaci贸n de la naturaleza humana de Jes煤s como contrapunto a la humillaci贸n padecida en la pasi贸n, muerte y sepultura.
Al contemplar la ascensi贸n de su Se帽or a la gloria del Padre, los disc铆pulos quedaron asombrados, porque no entend铆an las Escrituras antes del don del Esp铆ritu, y miraban hacia lo alto. Intervienen dos hombres vestidos de blanco, es una teofan铆a, la misma de los dos hombres que Lucas describe en el sepulcro (24,4). En ellos la Iglesia Madre judeo-cristiana ve铆a acertadamente la forma simb贸lica de la divina presencia del Padre, que son Cristo y el Esp铆ritu. Las palabras de los dos hombres son fundamentales: Galileos, ¿qu茅 hac茅is ah铆 plantados mirando al cielo? El mismo Jes煤s que os ha dejado para subir al cielo, volver谩 como le hab茅is visto marcharse (Hechos 1,11). En un exceso de amor semejante al que le llev贸 al sacrificio, el Se帽or volver谩 para tomar a los suyos y para estar con ellos para siempre; y se mostrar谩 como imagen perfecta de Dios, como icono transformante por obra del Esp铆ritu, para volvernos semejantes a 茅l, para contemplarlo tal como 茅l es (1 Juan 3,1-12). Contemplando en la liturgia el icono del Se帽or - sobre todo en la Eucarist铆a - intuimos el rostro de Dios tal como es y como lo veremos eternamente. Y lo invocamos para que venga ahora y siempre.
En el relato de este misterio seg煤n el Evangelio de san Mateo (28,19-20), el Se帽or env铆a a los disc铆pulos a proclamar y a realizar la salvaci贸n, seg煤n el triple ministerio de la Iglesia: pastoral, lit煤rgico y magisterial: Id y haced disc铆pulos de todos los pueblos (por el anuncio prof茅tico y el gobierno pastoral, formando y desarrollando la vida de la Iglesia), bautiz谩ndolos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Esp铆ritu Santo (aplic谩ndoles la salvaci贸n, introduciendo sacramentalmente en la Iglesia); y ense帽谩ndoles a guardar todo lo que os he mandado (mediante el magisterio apost贸lico y la vida en la caridad, el gran mandato). Se est谩 cumpliendo el plan de Dios, y la salvaci贸n, anunciada primero a Israel, es proclamada a todos los pueblos. En esta obra de conversi贸n universal, por larga y laboriosa que pueda ser, el Resucitado estar谩 vivo y operante en medio de los suyos: Y sabed que yo estoy con vosotros todos los d铆as hasta el fin del mundo.
El misterio
La lectura apost贸lica que propone la Iglesia interpreta perfectamente el acontecimiento de la Ascensi贸n del Se帽or, adentr谩ndonos en el misterio del ingreso del resucitado en el santuario celeste. Ahora podemos decir con el canto del Santo que los cielos y la tierra est谩n llenos de la gloria de Dios (En Isa铆as 6,3 s贸lo se nombraba a la tierra). Ahora, con la ascensi贸n de la humanidad del Hijo de Dios, conmemorada en el misterio lit煤rgico, sobre la que reposa la gloria del Padre, adorada por los 谩ngeles, tambi茅n nosotros somos unidos por la gracia a esta alabanza eterna, en el cielo y en la tierra. Estamos en el pen煤ltimo momento del misterio pascual, antes de la donaci贸n del Esp铆ritu Santo al cumplirse los d铆as de la cincuentena, el Pentecost茅s.
La vida cristiana
Las oraciones de esta solemnidad piden que permanezcamos fieles a la doble condici贸n de la vida cristiana, orientada simult谩neamente a las realidades temporales y a las eternas. Esta es la vida en la Iglesia , comprometida en la acci贸n y constante en la contemplaci贸n. Porque Cristo, levantado en alto sobre la tierra, atrajo hacia s铆 a todos los hombres; resucitando de entre los muertos envi贸 a su Esp铆ritu vivificador sobre sus disc铆pulos y por 茅l constituy贸 a su Cuerpo que es la Iglesia, como sacramento universal de salvaci贸n; estando sentado a la derecha del Padre, sin cesar act煤a en el mundo para conducir a los hombres a su Iglesia y por Ella unirlos a s铆 m谩s estrechamente y, aliment谩ndolos con su propio Cuerpo y Sangre, hacerlos part铆cipes de su vida gloriosa. Instruidos por la fe acerca del sentido de nuestra vida temporal, al mismo tiempo, con la esperanza de los bienes futuros, llevamos a cabo la obra que el Padre nos ha confiado en el mundo y labramos nuestra salvaci贸n (Vaticano II, Lumen gentium 48).
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